sábado, 30 de noviembre de 2013
Sentido perdido
Derrumbado en ruinas, disfrazadas en carne y hueso, posaba en la esquina de su cama, no había más que observar que un viejo reloj que caminaba a duras penas, un portarretrato con una foto antigua de su único amor y la cucaracha que caminaba sobre la mesa. Nuestro héroe carecía de voluntad y valentía, hecho añicos por el paso del tiempo, consumiendo una cerveza y acumulando las botellas vacías en el fondo de su corazón, tenía espacio para todas. No había lugar para cambiar el futuro, harto de ver el desgaste de su vida anterior optó por salir está vez, no pensaba encontrar otro sentido a su vida, sin esperanza alguna partió a la metrópoli, vagando entre las calles y fumando un cigarro se fue terminando su vida, sus pensamientos y anhelos, volvió a dar un toque y analizó su pasado, exhalo el humo y volvió en sí, había caminado durante algunos metros sin percatarse de ello, poco importaba, no tenía a donde ir. Recordó alguna memoria de su infancia y entristecido volvió a fumar, no valía la pena llorar por su pasado, eso era para cobardes, más bien debía beber otra cerveza, el cansancio le pesaba y el sudor era pesado como una losa, decidido a volver a casa por ello se dirigió hacía allá, al momento de arribar se dio cuenta que el sentido de su vida estaba extraviado y no iba a encontrarlo en la calle. Destapó la botella y todo se fue al olvidó, jamás debió haber salido de ahí.
miércoles, 3 de abril de 2013
¿cuánto darías?
A menudo me hago la pregunta que quisiera hacerle a cualquiera de mis amigos y conocidos: cuánto darías por volver por tan sólo un día en tu mejor época como estudiante (secundaria, prepa o facultad)?
Por volver a despertar a la hora de siempre, ponerte el uniforme de todos los días, el mismo que tanto odiabas por portarlo a diario, salir de casa y ver a otros vecinos (amigos) que también se dirigían a la misma secu que tú.
Llegar y platicar con los amigos del grupo, escuchar el timbre y formarte detrás del que era más chaparro que tú y delante del alto. Platicar mientras daban órdenes de distancia, media vuelta, etc.
Luego pasar al salón y buscar el banco que te gusta porque te lo han cambiado "los de la tarde" y éste ha aparecido en otro sitio. Sentarte y pasar la primera hora platicando sobre el fin de semana o el último programa de tv favorito de todos; al comenzar la clase, la pasas viendo por la ventana, pensando que aún estarías dormido o haciendo "x" cosa.
Oír el timbre de la segunda hora y sacar la libreta porque has recordado que no hiciste la tarea y te apuras a buscar quien la pase. Pasar el resto de las clases desesperado por que llegue el descanso para salir a platicar con los demás camaradas de otros grupos. Ver a la chica que te encantaba y con quien soñabas invitar a salir y enamorarla o quizá jugar la reta del receso. Comprar en la cafetería o cooperativa sus comidas chatarra.
Después regresar al grupo a la clase del profe que tan mal te caía por tal o cual motivo y estar esperando desesperadamente con toda la ansiedad del mundo la hora de salida para comprar lo que vendían afuera de la escuela o simplemente ir de vuelta a casa a comer lo que había cocinado mamá.
De regreso quedarse platicando con los amigos y organizando como hacer el trabajo en equipo, la reta en el super o cualquier cosa, a lo mejor eras de los que se iba con la chica por ahí.
Ahora vuelvo a hacer la misma pregunta: ¿cuánto darías por volver a vivir un día como aquellos?
jueves, 7 de febrero de 2013
La realidad apasionada
Se que el equipo y ningún jugador me va a dar de comer jamás, se también que no saben que existo, se además que el equipo no se preocupa si lo veo o no, se que esto es un deporte, se que el trabajo es de lo que vivo... se tantas cosas que para algunos pueden sonar estúpidas o idiotas y para otros ser coherentes y correctas.
Sin embargo, se que este deporte enfundado en mis enamorados colores me encanta verlo esta por encima de esas ideas. Simplemente no puedo explicar porqué no me interesa lo anterior, la emoción y la naturaleza de seguir este equipo en una cancha de fútbol es aún más fuerte que cualquier otra cosa como ir a la iglesia, fiestas, etc.
Nadie importante puede saber que estuve allí y no me interesa; sólo se que estuve presente y grité ese gol en la cara del rival, grité entre la multitud para alentar a nuestros jugadores, aguante el viaje de horas para solamente llegar al estadio y no vivo de eso pero sobretodo sé que esto, todo esto no lo cambio por absolutamente nada, aún en la derrota.
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