miércoles, 5 de mayo de 2010
Cuarto del cuarto
Se recostó en su habitación, una mañana de domingo durante plena resaca a leer un libro y a beber una cerveza para curarse, mientras se sumergía en el mundo de las letras, vagaba por su mente un bello recuerdo: "manos propias recorriendo la vereda de su cuerpo" y revoloteó en su cuarto la canción titulada "Serenata sin luna", del charro mexicano José Alfredo Jiménez, acentuándose en la parte donde dice: "... No te puedo decir lo que siento, sólo se que te quiero un montón..."
La tarde pasó y el sol se escondió, la bebida continuaba fluyendo por el envase hacía la garganta y las latas se reunían sobre una mesa. Mente y cuerpo se conjugaron en un verbo presente para tomar la iniciativa de llamar a la casa de ella. No lo logró. De repente pensó en la situación que esto conllevaría. Se levantó y se dispuso a escribir. Rápidamente dedujo su situación. Se encontraba solo en su departamento. Mirando por la ventana los coches pasar, imaginando la vida y los problemas que lleva cada individuo en cada vehículo resultaba ser buen pasatiempo. Un cigarro y luego otro. Esta vez volteó hacia el techo y echó su mente a andar recordando todo lo que han vivido juntos -¡aaahh! si las paredes hablaran-, ellas sus compañeras de cuarto.
Anhelando presencia y agregar alguien más a su circulo de vida, así pasó aquella tarde de Marzo.
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