jueves, 11 de octubre de 2012

verano frío, botellas y compañía de la ausencia.


Fue esa tarde de aquél verano frío y helado que me tocó vivir alejado de tus abrazos y tus besos, ambos cálidos, recuerdo que la hipotermia que sufría mi corazón durante la estación del año me provocaba alucinaciones delirios y agonías

Después conocí el dulce placer de envenenar al alma con el brebaje amargo que ha poseído mi vida, me por supuesto refiero a la bebida, la misma que me abrazó para nunca jamás dejarme y continuar a mi lado el pesado camino del desgaste de vivir sin el espíritu que alguna vez tuve, el mismo que robaste.

El amor por las botellas es real, a diferencia de las mujeres ellas que vienen, joden, pasan un tiempo aquí y se van, siempre se llevan algo de mi ya sea material o de otra procedencia, que cada que esto sucede una parte mía muere.

Escribí estas líneas para expresar las ideas lanzadas al viento, esperando sin esperanza alguna que alguien por naturaleza las identificara por su aroma marchito. Esto no es algo apócrifo, ni está hecho para nihilistas, un simple punto de vista, pensamiento, opinión y sentir de un individuo único entre todos los demás que padece de esta enfermedad de vivir y crecer en el vacío consumidor del ser y esto no se debe a la falta de compañia, más bien por la ausencia...

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